Un 4 de Julio decidí salir con dos amigas, era nuestra típica noche de discoteca. Todas estábamos contentas ya que nos encantaba frecuentar ese lugar porque nunca salíamos decepcionadas por haber asistido.

Esa noche celebraban un cumpleaños, el cumpleaños del chico que me altero todos mis sentidos desde el primer beso que nos dimos.

Yo sabía que él poco antes había terminado con su pareja y que estaba solo y por eso accedí a una cita que él me había pedido. Yo la acepte sin pensar que volvería a casa ilusionada y contenta por haber pasado unas horas con él.

Paso un mes y una tarde habíamos quedado, hicimos de todo, en ese momento fui la chica más “enamorada” del mundo ya que también me había preguntado si quería ser su novia y claro que sin pensarlo le dije que sí.

Pasaron semanas en las que estábamos bien, hablábamos, nos llamábamos, salíamos en noches de fiesta hasta que en una noche empezaron a ver terceras personas, comentarios, celos, chismes en los que parte de verdad si tenían. Decidí hablar con él y estuvimos de acuerdo en dejar la relación aunque a muy de mí no quería, porque a esas alturas yo empecé a sentir algo más que un simple “me gustas” pero a la vez entendí que a veces estamos destinados a no estar con una persona ya que tienen su pasado o simplemente no nos corresponden y solo nos enseñan.

Después de unos meses nos volvimos a ver en esas típicas noches de fiesta, nada había cambiado entre nosotros, había esa misma pasión que teníamos desde el principio, pero solo eran eso, noches de fiesta. Estuvimos así varios meses cada vez que coincidíamos, hasta ese 19 de Diciembre el día en el que yo viajaba y era mi despedida, esa noche decidí que sería mi última noche con él, que acabaría todo ese juego y todo lo que sentía, que no volvería a caer en sus mañas y desde esa noche cada uno siguió su camino.

Empezó el año, 2016, y él volvió con su pareja, con su familia, y yo diciendo “NO” a todo aquel que le gustaba ya que ninguno me ha llenado con él.