El chico del kiosco

Somos novios, y seremos nuestro amor toda la vida. Veremos a donde nos lleva la vida...

Yo María, tenía 16 años y el, Luis, tenía 19. Yo estaba en 4to año de la secundaria, y él trabajaba en el kiosco en frente de mi colegio. Se había venido, escapando, de su pueblo Carlos Tejedor. Quería probar suerte en la gran capital.

Vivía con inocencia y ternura mi atracción hacia él, suponiendo que jamás me miraría habiendo tantas chicas deseando su invitación a salir.

Un día, pasó, me invitó a salir con seguridad y miedo en el fondo a que lo rechace, tenía el prejuicio de que yo era una niña bien que jamás saldría con un pibe que trabajaba en un kiosco. Él no sabía las ganas que tenía de que eso pase, había algo en el que me hacía saber que no sería uno más.

Nos vimos, fueron tres veces nada más, y bastaron para que me enamore de él. Pero esta vez de donde debía escapar era de la ciudad, así que volvió a Carlos Tejedor… Y así, la vida dio mil vueltas. Él tuvo un hijo con una chica de su pueblo, que era su novia en su momento, luchó por hacer que esa familia funcione pero se daba cuenta que estaba vacío por dentro.

Yo, pérdida de no saber si volvería a sentir algo así, lo busqué varias veces. Pero él ya tenía su historia iniciada allá, o así lo sentía y creía yo.

Traté de probar mil bocas buscando lo que me había generado la suya, pero no llegaban a hacerme vibrar ni la mitad. Así que desistí, congelé mi corazón y me propuse olvidarme de lo que era amar.

Seis años después de ese último beso en la esquina de mi colegio, me volvió a buscar. Y, enamorados todavía, nos volvimos a ver.

Y sé, que mi corazón lo esperaba a él, que esto es ahora y para siempre. Pase lo que pase, él es dueño de mis sentimientos más puros.

Somos novios, y seremos nuestro amor toda la vida. Veremos a donde nos lleva la vida, por ahora, disfrutando el amor que muy pocos conocen.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *