Todos nos encontramos en el juego de la vida

Estábamos a una semana de que llegaran las vacaciones de verano, unas largas vacaciones de cuatro meses…

Yo…estaba deprimida ya que había sufrido un gran rechazo tres meses atrás, no soy muy fuerte en eso de los sentimientos.

Ya no creo en el amor, basura pura basura, mientras pensaba eso me di cuenta de un chico que me miraba, genial, otro admirador, pensaba yo molestamente.

Cruzábamos miradas desde esa vez… me di cuenta de que él era diferente, era bueno y lleno de energía.

A los pocos días me sonrojaba con solo verlo sonreír y buscaba su mirada, me ponía nerviosa y mi corazón palpitaba fuertemente al verlo. Me había enamorado.

Ohh el amor, ese estado de ilusión en el que no te das cuenta de la realidad.

En fin, lo agregué a las redes sociales y le mandé un mensaje “accidental” saludándolo, y comenzamos a hablar, platicamos tanto. Fue hermoso.

Al día siguiente en los escalones del colegio nos topamos casualmente y nos saludamos, como si nos conociéramos de años, como si fuésemos los mejores amigos.

Desde ese día hablábamos cada noche hasta la madrugada y salimos por primera vez. Fuimos a una plaza donde me invitó un delicioso frappe y seguíamos hablando tan felices. Decidimos salir de la plaza y caminamos, llegamos a un parque donde comenzamos a jugar y terminamos viendo el hermoso cielo y hablando sobre los aviones, su bella obsesión.

Un día, saliendo del colegio, me di cuenta de que él se encontraba esperándome, pero me hice la que no lo vio y me seguí, así que él se dirigió a mí saludándome y abrazándome.

Nos sentamos frente al estacionamiento escolar, en unas bancas grises, no tan cómodas, pero junto a él se me olvidaba todo.

Él tomó mi móvil, pero ahí tenía yo mi foto favorita de él, ya que es un hombre hermoso; se lo pedí y eliminé aquella foto tan preciada. Siguió viendo mi celular y llegó a mis notas, el lugar donde escribía mis sentimientos, entonces claro, había notas dedicadas a él, hechas con tanto amor y dedicación, y llevaban por título su nombre, el que tanto me gustaba.

Mientras leía esas notas, yo me sentía muy nerviosa y solo bajé la cabeza y estaba totalmente sonrojada, no sabía qué hacer…

Sentí sus brazos alrededor de mí y dijo: también me gustas.

Esas palabras me hicieron sentir sobre una nube, en el paraíso, y llena de felicidad.

Llegaron las vacaciones de verano…

Él y yo, juntos, solos, felices…

Salimos varias veces y todo era como un sueño…

Él nunca sabía a dónde ir, así que escogí un lugar.

Estaba lleno de árboles y área verde,  bastante bueno para una cita romántica y llena de aventura. Aparte él amaba los lugares así.

Al vernos, nos abrazamos y comenzamos a caminar tomados de la mano; la mía sudaba, ya que aún me encontraba nerviosa al estar a su lado porque era tan guapo y admirable. Me hacía sentir la persona más feliz y afortunada.

Nos sentamos sobre la hierba fresca, podía percibir el hermoso olor a naturaleza; mientras reíamos, él tomó mis manos y me pidió que fuéramos novios, quedé atónita. Pensé que era un sueño, o una fantasía, pero era el mejor día de mi vida. El día en el que encontré al amor, la primera vez que mis sentimientos eran correspondidos.

Me sentía querida por primera vez, sabía que nuestra relación duraría tanto como el amor que le tenía y que tal vez aún le tengo…

Cumplimos un mes, todo era hermoso.

Amaba sus besos, sus abrazos, poder tomar su mano era lo que le daba sentido a mi existencia.

Solo era un mes de los tantos que pasaríamos juntos, o eso pensé.

Me invitó a conocer a su familia, estaba muy nerviosa, ¿qué tal si no les agradaba?, pero todo salió muy bien, todos eran personas muy lindas, claro, así como mi novio.

Cada día me sentía más enamorada de él,  pero parece ser que por su parte no era así…

Dejamos de vernos un tiempo, ya que eran vacaciones de verano, yo lo pensaba a diario, le mandaba mensajes de buenos días y buenas noches, deseándole un día estupendo, pero él no los respondía. Tal vez no tiene tiempo, pensaba, seguro está muy cansado.

Me acostumbré a que no respondiera, sin embargo me sentía cada día más triste y lejos de él, la persona que quería tanto. Aquella que me hacía soñar y darme las ganas de despertar…

No he podido dormir esta semana, así que tomo pastillas para dormir, para poder descansar, ya que la tristeza no me deja.

Pensar  tanto en él, que antes era un placer, ahora era doloroso.

Pero aun así esperaba verlo con ansias, y poder abrazarlo, en el regreso a clases.

Primer día de clases…

Era yo muy feliz, ya que lo vería y podría contarle tantas cosas, y pasar el tiempo junto a él.

Pero al verlo, tenía una expresión extraña y me dijo:

No sé por qué no contesto tus mensajes, creo que deberíamos terminar.

Un nudo había en mi garganta, no faltaba poco para que llorara. Le pregunté:

¿Es que no me quieres?

Él respondió: sí, pero no quiero seguir lastimándote.

Me sentía destruida, le di una galleta que guardaba yo para él. Le dije adiós y le di la espalda.

Vi a mi mejor amigo, lo abracé y lloré en su hombro diciendo ¿Por qué nadie me quiere?

¿Por qué la vida es así conmigo? Y es cierto, aun no comprendo por qué es que soy tan estúpida y basura.

Ha pasado una semana, las lágrimas no dejan de brotar de mis ojos, son lágrimas de amor, son lágrimas por él y para él. Son aquellas que demuestran mi dolor.

Pienso en él, no entiendo por qué todo ha terminado de esta manera…