Tres días con él

A veces la vida te pone entre la espada y la pared.

Lo nuestro empezó cuando yo tenía 15 años y él 17, era la primera vez que me sentía desorbitada, es más, sentía mariposas en el estómago cada vez que lo veía pasar por mi camino. Cuando lo conocí por primera vez, pensé “él es un chico malo, y eso me encanta”. Nunca imaginé que mi primer encuentro con el amor iba a ser de esa manera, tan burda y simple; ya que yo solía imaginar que cuando se dé cuenta que me amaba, iba a venir a buscarme con algún hermoso presente y decirme “te amo y si tú aun no sientes lo mismo por mí, te juro que haré hasta lo imposible para que tu corazón lata mil veces por minuto cada vez que me veas”, pero  él solo se acercó a mí y me dijo “amo tu mirada y quisiera tenerla cerca por el resto de mi vida”, no fue como lo imaginé pero aun así fue bello.

Mis amigas no lo pasaban porque él seguía siendo el chico malo, pero eso a mí no me importaba ya que él no era exactamente lo que aparentaba ser. Quizás por eso nos alejamos del mundo, y fue así que el primer día a solas, él hizo de todo para hacerme sonreír. El segundo, hizo que yo creyera en la magia del amor y el tercer día hizo que todo lo que había conseguido hacerme sentir lo odiara. Lo odié ese día y aun lo sigo haciendo; dijo que era lo mejor para mí, que no quería hacerme daño pero sé que es una vil mentira.

En ese momento, solo quise creer que él nunca me quiso ni mucho menos me amó. Era muy joven para darme cuenta, que él solo quiso protegerme de mi misma.

El tercer día. El día se veía prometedor, un día más con mi amor. Iba caminando por la calle camino a encontrarme con el chico que me robaba sonrisas instintivas y es ahí cuando vi a lo largo a mis amigas junto a él, hablando, pero lo más extraño fue todos ahí tenían una expresión de desconcierto. No entendía por qué, así que me acerqué pedí una explicación, él me sujetó, me alejó de ellas y me dijo “mírame y prométeme que después de lo que te diga me seguirás amando, júrame que no me odiaras por favor. Te amo”, aún lo recuerdo. Me dijo lo que nunca creí escuchar, era el final de lo nuestro. No tenía sentido, hace dos día me prometía amor infinito y para hoy todo había terminado, lo odié. Volví a hablar con mis amigas, ellas me ayudaron a superarlo. Aún creo que ellas saben algo pero nunca me lo quisieron decir, a él lo dejé de ver y pues ahora solo sigo el plan “estudiar y ser alguien no?”

A pesar de que ese día me sentí destrozada, hoy me di cuenta de que él se alejó de mí porque sabía que no era el indicado y que me necesitaba aterrizar y ver que había dejado de lado de las personas que siempre creerán en mí, ellas que en ese momento estaban pasando el peor momento de sus vidas. Él me enseñó que a veces la vida te pone entre la espada y la pared; y que la única manera que todos salgan ganando es dejándose ganar.

Esta es mi historia y lo único que tengo por decir es: TE SIGO AMANDO FABIO.

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